Viviana Recalde, de 30 años, es madre de 5 hijos. Hace 10 años vive en el barrio San Cayetano del Bañado Sur. Ella afirma que su marido se ingenia para conseguir el pan diario, pero la libreta de almacén salva la falta de dinero cuando hay que comprar el puchero y el día se presenta difícil.
"Hace dos meses que estoy de permiso en mi trabajo porque tuve en cesárea a mi hijo. Soy empleada doméstica en una casa de familia hace 17 años", nos explicó Viviana Recalde. Cuenta que empezó siendo niña a trabajar en un almacén hasta el mediodía y que su madre siempre le inculcó la responsabilidad, la honestidad y a ser luchadora en la vida para salir adelante. La señora Recalde nos confidencia que la única habitación que le sirve de vivienda no es propia; solo viven como encargados de la ella. "Ahora estoy haciendo limpieza, plancho la ropa de los vecinos dos a tres veces a la semana para poder colaborar algo para la comida del día", indicó.
En otro momento, nos contó con cierta alegría que para el entretenimiento de los niños hace poco pudieron comprar, con mucho sacrificio y renunciamientos, un televisor de 14 pulgadas de una casa de remate. "Viendo la tele mis hijos pueden divertirse un poco ya que nuestro patio es pequeño para que puedan jugar y nuestra casita tiene solamente una pieza", nos dijo. En época de mucho calor, señaló que sufren mucho, pero gracias al trabajo tesonero del marido pudieron comprar un ventilador de pie usado.
"La vida de la familia pobre es muy sacrificada; por lo tanto, hay que ingeniarse cada día para poder sobrevivir. Además, a los hijos no se les puede decir ‘no hay’ cuando piden la comida a la hora del almuerzo, pero gracias a Dios no pasamos hambre porque hacemos cualquier tipo de trabajo para ganar un poco de platita. No hay que ser presumida cuando de trabajar se trata", sentenció. Nos confidenció que al ser empleada doméstica desde los siete años, le permitió conocer a todo tipo de personas y algunas le ayudaron para su formación; pero otras veces tuvo que pasar muchos sinsabores para continuar trabajando. Por eso hace todo lo posible para que sus hijos no trabajen y estudien para salir adelante en la vida.
Le gustaría que sus hijos culminen la secundaria y que tengan mejores oportunidades que ella y su marido. "Nosotros tuvimos una niñez llena de necesidades, y eso nos impidió estudiar y perfeccionarnos para trabajar en oficinas y tener mejor salario y un puesto asegurado. Pero, dentro de todo damos, gracias a Dios porque tenemos salud", concluyó.
Fuente: Abcolor
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